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Ciudad integradora


POBREZA URBANA

Por una ciudad integradora

.26|08|18


La cuestión de la marginalidad está recibiendo un renovado interés público. La concentración de la pobreza asociada al crecimiento de los asentamientos marginales en las principales metrópolis latinoamericanas evidencia las limitaciones que los países tienen para desactivar mecanismos de polarización social de larga data. La cuestión concita también una creciente atención debido a su relación con otros asuntos de la agenda regional, como son los de la reproducción de la pobreza y la desigualdad social, el incremento de la violencia urbana, el debilitamiento de la cohesión social, los problemas ambientales y las dificultades de la gobernabilidad democrática.
En nuestro caso, las villas de la Ciudad de Buenos Aires manifiestan de manera paradigmática la perdurabilidad de la marginalidad en el núcleo de la aglomeración primada de la Argentina. Desde sus orígenes, se fueron estructurando como territorios socialmente diferenciados, configurándose como enclaves de marginación social. Si bien su surgimiento se ubica en la primera mitad del siglo pasado, en el contexto de los cambios desencadenados por la industrialización económica y las migraciones internas, su consolidación actual resalta dos características emergentes de la estructura social argentina: la cronicidad de la pobreza y su concentración territorial.
Desde un primer momento el estudio de la marginalidad estuvo enfocado en los procesos de urbanización e industrialización y de su vinculación con la movilidad social de los sectores populares. Sin embargo, en contra de las suposiciones iniciales, la perdurabilidad de los asentamientos marginales destaca la vigencia de las advertencias que, desde posiciones más pesimistas, llamaban la atención sobre el carácter endémico de la pobreza en los países latinoamericanos.
Estas observaciones resultan oportunas porque buena parte de las interpretaciones corrientes sobre los problemas de la pobreza urbana continúan influenciadas por esas perspectivas. Por un lado, las que comprometidas con las teorías de la modernización apostaban a la transitoriedad de los asentamientos marginales, en el entendimiento de que el desarrollo económico produciría la progresiva integración de sus pobladores. Por el otro, las que partiendo de los postulados de la dependencia argumentan que la formación de asentamientos marginales era, por el contrario, inherente al modo de urbanización dependiente que tiene lugar en condiciones de subdesarrollo económico.
Valorado desde el presente, la concentración de la pobreza urbana que se expresa tanto en el aumento de la población en villas, como en la concentración de los pobres en dichos asentamientos, pareciera dar la razón a quienes proponían la segunda interpretación. Sin embargo, ese mismo proceso también revela que la Ciudad continúa siendo un importante polo de atracción poblacional debido a la estructura de oportunidades económicas y sociales que brinda.
Enfrentar los desafíos de la marginalidad urbana requiere una comprensiva revisión de las políticas públicas implementadas hasta el momento; las que han estado basadas, en mayor o en menor medida, en alguna de las interpretaciones indicadas. Es claro que la persistencia de enclaves de marginación pone en cuestión las funciones atribuidas a las ciudades como mecanismos de integración. Desarrollar esas capacidades, a través de la puesta en marcha de una decidida estrategia de integración urbana, constituye una prioridad para el logro de una sociedad democrática e incluyente.
Este será uno, entre otros, de los diversos temas que serán debatidos en la Conferencia Internacional de la Asociación sobre Desarrollo Humano y Capacidades que tendrá lugar desde el 30 de agosto hasta el 1º de septiembre en la UCA, bajo el lema Desarrollo humano e inclusión social en un mundo crecientemente urbanizado.

*Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA.

Eduardo Lepore


Editorial Perfil